Un día, quizás no muy lejano, Google o algún otro gigante de internet se saldrá con la suya y el wifi terminará siendo como el aire que respiramos: gratuito y presente en todas partes. Sin embargo, hasta que llegue ese ansiado momento, los usuarios tendremos que seguir lidiando con las conexiones que facilitan las operadoras de telefonía a través de los routers, esos aparatos que enchufamos un día y de los que solo nos acordamos cuando internet se cae o empieza a ir a una velocidad sospechosamente baja.
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