Lamentablemente hoy en día podemos decir que la cifra de suicidios supera las defunciones registradas en algunos conflictos bélicos. Se estima que ocurre alrededor de un suicidio cada 40 segundos. Estos datos han sido aportados en rueda de prensa por la doctora Pilar Saiz, del departamento de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo, para llamar la atención sobre un grave problema que, sin embargo, no parece despertar el interés de las autoridades.
El secretario de la Sociedad Española de Psiquiatría, Manuel Martín, ha resaltado la necesidad de poner en marcha programas preventivos a la hora de reducir los comportamientos suicidas que generan tantas pérdidas no sólo humanas, con el sufrimiento que conllevan, sino de tipo económico. Los expertos hacen hincapié en que la Estrategia de Salud Mental no se ha desarrollado como se debía en las Comunidades Autónomas.
Saiz ha señalado que deben ser abordados correctamente por parte de los médicos de cabecera estos problemas, ya que se podría haber evitado el fallecimiento de muchos de estos individuos y es que en la inmensa mayoría de los casos los suicidios no son impulsivos sino que conllevan una elaboración previa, que la persona afectada se encarga de “verbalizar” en su entorno de una manera u otra.
Los expertos señalan que si se escucha de alguien expresiones de despedida, hastío o fatiga extrema de la vida, como “esto no tiene solución”, “espero que todo te vaya bien porque no creo que volvamos a vernos” o “estoy desesperado”, pueden ser indicios que ayuden a atender al presunto suicida y ponerle en manos del psiquiatra en cuanto sea posible.
Aunque algunos medios de comunicación tienen por norma no informar sobre suicidios para evitar un efecto contagio, los psiquiatras consideran que eso difiere mucho de dar a conocer a la opinión pública un problema de salud que concierne a toda la sociedad.
El doctor Miguel Bernardo, del Servicio de Psiquiatría del Hospital Clínico de Barcelona, ha puntualizado que el consumo de alcohol, las drogas, la depresión y el estrés son los principales elementos de riesgo vinculados al suicidio, un comportamiento determinado por un conjunto de elementos “biopsicosociales”.
La presencia de ideación suicida, su verbalización y la planificación del acto, las tentativas constatadas, el aislamiento social, los sentimientos de desesperanza, elementos sociodemográficos, los antecedentes familiares y situaciones estresantes agudas o crónicas, como una enfermedad discapacitante son los hechos más destacados que pueden ayudar a predecir un riesgo suicida.