Ricky Rubio, con 19 puntos, volvió a ser el eje de un grupo que funcionó a la perfección. El combinado serbio se mostró errático en ataque y perdió a su estrella Jokic, eliminado por faltas.
España confirmó su despertar en el Mundial de China a lo grande, con un triunfo de prestigio ante la todopoderosa Serbia, a la que desarmó en una exhibición que refuerza su candidatura a medalla y permite aparcar las dudas del inicio del campeonato, mandando de paso un serio aviso a sus rivales (81-69).
España sorprendió de inicio con Pierre Oriola desatado en ataque. Suyos fueron los seis primeros puntos de un equipo que, al fin, arrancaba concentrado desde la primera jugada, con ganas de plantar batalla y sin miedo a la armada serbia, a la que intentaba mantener a raya con la férrea defensa que tan buenos resultados le dio ante Italia.
El primer estirón balcánico llegó pronto, con un 9-0 que dejaba en evidencia que iban a castigar cada error de su oponente. El ataque se llegó a atascar y Sergio Scariolo llamó a capítulo a los suyos. Los serbios comenzaban a engrasar su rodillo con Bogdan Bogdanovic como director de operaciones. De su mano se llevaron el primer cuarto por 20-13 al sacar partido de los pequeños detalles y aprovecharse de que, un día más, España no acertaba desde fuera. Con un solo triple anotado de siete intentos (14%), la batalla parecía que empezaba a desequilibrarse.
Dos lejanos zarpazos de Ricky siguieron abriendo la brecha, que por primera vez llegó a los diez puntos. Llull, con su segundo triple, cerró una primera parte primorosa en la que se vio la mejor versión de los de Scariolo (45-37, min 20). La defensa seguía siendo de manual y los de Scariolo se llegaron a poner 21 arriba (63-42, min 26). La mayoritaria afición serbia no salía de su asombro y, en mitad del recital español, Jokic, ya había sido descalificado tras sus reiteradas protestas, fruto de la desesperación.
Los minutos pasaban y los balcánicos, nada acostumbrados a ir por debajo, seguían sin capacidad de reacción. Sin embargo, su calidad les permitió acercarse a falta de los diez minutos definitivos, a los que España llegó con una renta que hubiera firmado cualquiera de las selecciones mundialistas (67-56, min 30).
Cuando parecía que Serbia estaba encima, Llull volvió a golpear desde el perímetro con un triple que valía oro y dio aire a la selección, aunque nada estaba decidido, con los serbios diez abajo y seis minutos y medio por delante. A duras penas, España supo mantener el tipo, respondiendo a cada golpe hasta sellar un triunfo que rearma su moral, sirve de aviso para futuros adversarios y confirma el crecimiento de una plantilla que, por lo visto este domingo, es una serio candidata a medalla en Pekín. El martes le espera la sorprendente selección polaca en Shanghai.
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