Un polémico penalti tumba a un inofensivo Pucela.
De penalti y gracias. Con una rigurosa pena máxima cometida sobre Piqué, Leo Messi salvó la trampa del Valladolid (1-0), antesala del objetivo marcado en las retinas azulgranas. Se guardó el Barcelona las fuerzas para la Liga de Campeones y cerca estuvo de pagarlo, logrando más de lo merecido ante un equipo que, inofensivo en los metros finales, no consiguió caldear más si cabe LaLiga.
Y es que, aunque bien lo intentó Dembélé con más fe que atino, solo una decisión arbitral alteró el pulso de un choque vuelto gris y monótono. No se encontró a sí mismo el Barça ante un Valladolid que, protagonista pasivo, ni sufrió ni hizo sufrir. Firmaba el Pucela el resultado gafas hasta una inocentada firmada por Míchel… o por el colegiado.
Sintió Piqué el ligero contacto de la mano de Míchel por encima del hombro y se echó al suelo como quien recibe un disparo. Convirtió Messi a las puertas del descanso y echó abajo la resistencia de un muro que no se volvió a levantar. Y no por no intentarlo los pucelanos, sino más bien por el poco acierto que mostraron en los metros decisivos.
Le abrió el Barça, despistado y con un ojo puesto en la orejona, la puerta hacia la meta de Ter Stegen, pero no sacó tajada de ello el necesitado equipo de Sergio. De hecho, y sin ni mucho menos brillar, fueron los de Ernesto Valverde los que pudieron hacer sangre de un plantel acosado por la zona roja. Pero ahí estuvo entonces Masip, quien le adivinó a Messi otro penalti, para sostener a los suyos, vivos hasta el final, pero inoperantes a la hora de hacerle daño a un Barcelona que, como los campeones, vence hasta sin quererlo.
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