El equipo de Solari derrota con justicia al de Machín gracias a un golazo de Casemiro y a otro de Modric.
Derechazo a las críticas. Con su mejor cara, el Real Madrid dio golpetazo (o al menos de momento) a la crisis que, una semana sí y otra casi que también, golpea al equipo de Solari. Con una primera parte gris, pero un segundo tiempo notable, los blancos derrotaron a un Sevilla poco ambicioso gracias a los tantos de sus falsos nueves (2-0). A falta de un delantero con gol, Casemiro y Modric hicieron las veces de decisivos para volver a ganarse el perdón de la casa blanca.
Amagaron, así, los de Solari con deshacerse de forma definitiva de un estigma convertido en suyo. El de un equipo más pobre en argumentario futbolístico de lo que está llamado a ser. Pero no pasó, sin embargo, de ser un chispazo y un simple arreón que bien pudo, eso sí, traer consigo el gol de la esperanza blanca. Lanzado en carrera por un Karim Benzema vuelto esencial, Vinícius erró en uno de sus aspectos más mejorables, el de la definición, dando paso a un Sevilla que a partir de entonces se creció.
Se acomodó el equipo del Pizjuán sobre el verde la Castellana, aparentando normalidad un conjunto que, sin embargo, no gana allí desde el año 2008. Creció el Sevilla al tiempo que se hizo monótono el juego de un conjunto, el madridista, que cambió de semblante tras el descanso. Si la primera mitad dejó el amargo sabor del que no sabe dominador, siendo la opción más clara un mano a mano de Escudero con Courtois, bien distintas fueron las sensaciones que dejaron los vigentes campeones de Europa en el segundo asalto.
Puso la directa el Real Madrid, dispuesto a dejar de parecer al fin una montaña rusa de emociones. Contagiados por el hambre y la electricidad de Vinícius, los de Solari tomaron el mando del duelo para no volver a soltarlo. Anestesió a su rival por medio del balón y estrechó el cerco a la portería de Vaclik, temblorosa tras un zapatazo de Ceballos al larguero. Fue esa oportunidad la antesala de un gol que sirvió como bálsamo para las heridas blancas. Un zapatazo de Casemiro a la escuadra empujó a un equipo que navega en un mar de críticas (78’) y Modric (90’+2) confirmó una victoria que reengancha a la parroquia blanca. La que, de uno u otro modo, siempre le sirve una segunda oportunidad a un Madrid que siempre amenaza con volver.
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