Antes de cocinarlos lava bien las almejas con agua fría. Para ello introdúcelas en un cuenco con abundante agua y sal. Tendrás que echar sal con generosidad porque la proporción más o menos que debes seguir es la siguiente: por cada litro de agua el 10% sería sal. Con este proceso conseguirás que expulsen la arena en caso de que tengan y que el bulbo quede perfecto. Déjalas el menos media hora, con la sal diluida, y verás que la suciedad y las impurezas van subiendo a la superficie del cuenco. Si tienes tiempo puedes dejarlas más tiempo e incluso mejor en la nevera (sobre todo si es verano o hace calor en la cocina).