Para muchos, el cambio de hora supone el pistoletazo de entrada al invierno. Este año será el domingo 30 de octubre cuando tengamos que cumplir con el ritual de cambiar el reloj para adaptarnos al nuevo horario de invierno. Además de alargar el tiempo de sueño —a las 3 de la mañana del domingo serán las 2— la medida está justificada por "sus impactos positivos no sólo sobre el ahorro, sino sobre otros sectores como el transporte, las comunicaciones, la seguridad vial, las condiciones de trabajo y los modos de vida, la salud, el turismo o el ocio", asegura el IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía).
Con este nuevo horario, amanece antes y el consumo de luz, por ejemplo, durante las primeras horas del día, cuando hay más actividad, sería mayor si conservásemos el de verano. Así que, aunque nos pese, porque las tardes son mucho más cortas y porque nuestro organismo tarda en adaptarse, el ahorro es evidente. Se calcula que puede llegar a representar un 5% del consumo eléctrico en iluminación, el equivalente a unos 300 millones de euros.
Por desgracia, para los consumidores de a pie, en casa ese ahorro no se nota. Muy al contrario, el cambio de hora es la antesala del invierno, una época del año en la que, porque hay menos luz y hace más frío, el gasto de luz y gas en el hogar se dispara.
Pero podemos frenar ese ‘derroche’ energético y de dinero si cumplimos once hábitos de consumo responsable que, además de beneficiar al medioambiente, se notarán en nuestro bolsillo.
Apagar todos los aparatos electrónicos... cuando no se utilicen. Dicen los estudios que el modo reposo supone un 5% del gasto anual en energía de los hogares españoles. ¿Una buena idea? Por ejemplo, conectar varios dispositivos a una regleta para que la tarea de desconectar sea más sencilla y breve.
Uno de los aparatos que hay que apagar es el ordenador. Además, para reducir su consumo cuando está encendido, es recomendable poner un salvapantallas negro porque es el que menos energía gasta.
Frío, calefacción y terror al recibo de luz o gas son el trío protagonista del invierno. Pero aquí también se puede reducir el impacto en la economía del hogar si asumimos que en casa no hay que estar en manga corta y programamos una temperatura estable de 21º. Por la noche hay que bajarla hasta 16º y, si hace frío, echar mano de la calidez del edredón nórdico o de la mantita de toda la vida.
Aunque la mejor solución para conservar el calor es asegurarnos de que la casa está perfectamente aislada. Tuberías, ventanas, puertas, persianas… son las culpables de que se escape hasta un 30% del calor generado.
ventana
No hay duda de que en la cocina se produce el mayor gasto de energía de la casa. Así que, cuando nos pongamos el delantal, tomaremos algunas medidas. Por ejemplo, utilizar tapas en las cacerolas para agilizar la cocción y reducir el tiempo. Y si usamos vitrocerámica, podemos apagar antes y utilizar el calor residual para terminar ese guiso de chuparse los dedos.
Si lo que hemos preparado es la comida del día siguiente, debemos esperar a que se enfríe para meterla en la nevera. Si lo hacemos en caliente, el frigorífico necesita un sobreesfuerzo de energía para conseguir mantener su interior a baja temperatura.
A la hora de recoger la cocina no es necesario dejar los platos impolutos antes de introducirlos en el lavavajillas. Basta con retirar los residuos sólidos con agua fría para no tirar de gas y electricidad de manera innecesaria.
¿Y con la colada, qué podemos hacer? Pues para empezar, prescindir de la secadora como norma habitual. Y para lavar, hacerlo con programas a baja temperatura. Además de ahorrar, la ropa sufrirá menos.
Debemos optimizar los pequeños electrodomésticos. Esto quiere decir que si la tostadora tiene dos ranuras, haremos dos tostadas al tiempo. O no encender la plancha por una sola camisa y sí aprovechar para quitar las arrugas de una o dos coladas enteras.
En cuanto a la iluminación… Además de utilizar bombillas de bajo consumo, es importante que estén limpias para aprovechar bien la luz que emiten. Y un consejo de cajón: no las dejes encendidas en aquellas habitaciones en las que no estás.
luz
Y un último consejo. No confundir el coche con el trastero y dejar en el maletero juguetes, libros para donar, ropa en desuso… Cuanto más pese el coche, más energía necesita para circular.
Por desgracia, hay muchas personas a las que ninguna medida de las anteriores servirá para nada. Son los pobres energéticos: familias que no pueden afrontar el gasto que supone tener la casa caliente.
Con vistas a minimizar este problema social, junto a la ONG Ecodes, ha puesto en marcha la Reserva Solidaria de Energía para crear un “fondo energético” con el que ayudar a estas familias. Con esa finalidad, un porcentaje de los productos Eco Opciones de Leroy Merlin irán destinados a ese fondo que se dedicará a proyectos sociales relacionados con la energía. Todo un rayo de luz.
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