En un monasterio había un sacerdote
que acostumbraba bañarse
todas las noches en su tina,
ayudado por una hermana religiosa,
quien había sido educada en la misión
de ayudar al padre en lo que necesitara,
durante su baño cotidiano.
Una mañana la hermana se encuentra
con la Madre Superiora,
y le dice: Madre,
¡He sido salvada!
¿Pero cómo ha ocurrido tan
magno evento, querida hija?
Anoche, mientras ayudaba al padre José con su baño,
él tomó mi mano y la llevó hasta su entrepierna,
y me dijo que esa era la llave del cielo
y que sería necesario probarla
con mi cerradura
para ver si se abren las puertas del paraíso
para ser salvada.
La Madre Superiora dice:
¡Viejo desgraciado! ¿Y qué más pasó?
Bueno, probamos la cerradura,
él me dijo que al principio dolería un poco,
porque el camino al cielo era difícil y doloroso,
pero que al final sentiría un gran placer.
Dice la Madre Superiora:
Viejo hijo de su puta madre!
Y a mí que me tenía engañada
con que era la trompeta del Arcángel San Gabriel..