Daniel Carder no podía imaginar que su estudio sobre las emisiones de coches propulsados por motores diésel podía estar en el centro del que puede ser uno los mayores fraudes corporativos de la historia. De hecho, recuerda, los resultados de las pruebas de rendimiento que hicieron a dos modelos fabricados por Volkswagen y a otro por BMW eran públicos desde la primavera de 2014. Lo que no anticipó es un engaño de esta envergadura, durante tanto tiempo, explica este ingeniero de 45 años.
“Nos llevamos la misma sorpresa que el resto del mundo cuando la agencia de protección medioambiental hizo su anuncio el viernes”, explica el director interino del centro para combustibles alternativos, motores y emisiones de la Universidad de Virginia Occidental. El ingeniero comenta en una conversación telefónica que su equipo está compuesto por nueve personas, además de una treintena de estudiantes.