Claves para elegir una bombilla led y no lamentarloAunque el resultado es el mismo, conseguir luz artificial, lo que hay detrás de este milagro es completamente distinto. Mientras que la tecnología incandescente se basa en la emisión de luz por parte de una resistencia caliente, y la fluorescente tiene el mismo principio pero aplicado a un gas, la tecnología led deriva de la capacidad de algunos materiales de emitir luz cuando pasa por ellos la corriente eléctrica, es decir que se mueven electrones.
Este fenómeno, conocido desde hace bastantes décadas pero inicialmente limitado a los botones de encendido y apagado de electrodomésticos y electrónica de consumo, pues se trataba de una tecnología cara, presenta muchas ventajas para su aplicación en la iluminación de espacios cerrados e incluso de entornos urbanos, aunque no sin polémica.
· Por lo pronto aporta
un ahorro en el consumo de energía doméstica, ya que una bombilla led gasta tres veces menos energía que una incandescente, las más comunes todavía en muchas casas.
· Además
su duración es muy superior, con lo que la reposición de bombillas se dilata muchas veces más allá de los 20 años en condiciones no intensivas, es decir, de uso de dos a cuatro horas al día.
· También destaca por
una mayor potencia lumínica respecto a las bombillas incandescentes, halógenas y fluorescentes, lo que quiere decir que con menos unidades podemos iluminar mayores espacios.
· A su vez, presenta
distintos grados de calidez, del amarillo al blanco, es decir, de luz cálida a muy fría, algo que en las bombillas incandescentes solo se consigue con un cristal blanco.
· Y finalmente merece mención por
no emitir calor, lo que sí sucede en el resto de bombillas.
Conocer las equivalencias para elegir bienNo es de extrañar que con estos mimbres, muchos usuarios quieran cambiar las bombillas incandescentes de su casa por otras led; muchos otros lo han hecho ya. Pero antes de precipitarse a la ferretería conviene saber que
este tipo de bombilla resulta bastante más cara, hasta diez veces más en los casos de mayor potencia.
Y como ya se ha dicho que su principio físico es distinto, su nomenclatura es diferente y asimismo lo son las equivalencias con una bombilla incandescente normal; hay que conocerlas para elegir bien, pues de lo contrario nos podemos encontrar poniendo en la lámpara de la mesita de noche una bombilla que dé más luz que los faros del Camp Nou.
A continuación pasamos a describir lo
que significan las distintas siglas que encontraremos en la caja de la bombilla:
· W: se refiere a la potencia, al igual que en las incandescentes, pero teniendo en cuenta que las led iluminan hasta diez veces más, hay que aplicar factores de conversión. Por ejemplo, 3W sería la iluminación idónea para una mesita de noche, correspondiente a unos 30 vatios. Un 8W ya serían 60 vatios, bastante potencia, mejor para grandes espacios, y de ahí en adelante son más adecuadas para iluminar exteriores.
· Lumen: se refiere a la intensidad lumínica, que puede variar mucho de una bombilla a otra, y de nuevo, al igual que con la potencia, nos puede desgraciar la compra una interpretación equivocada. Rara vez precisaremos más de 500 a 600 lux –equivalente a un lumen por metro cuadrado de superficie iluminada– en interiores. Y estas intensidades las precisaremos principalmente en zonas como la cocina o lámparas de estudio, ya que ayudarán a no fatigar tanto la vista. En estancias que deseemos difusamente iluminadas o creando ambiente, estaremos entre los 100 y los 200 lux; más podría ser ineficaz y molesto.
· K: hace referencia a la calidez de la luz que emite la bombilla, y varía de los colores más cálidos, con un número entre los 2000 y los 3000K, lo que conocemos como luz amarilla, a colores muy fríos en el entorno del blanco, como valores entre 6000 y 6500 K. Es un matiz que depende del gusto de cada persona, aunque debemos saber que las luces blancas suelen tener mayor difusión, pero pueden alterar más nuestro ciclo del sueño.
· Horas: hace referencia a la duración de la bombilla led y también tiene sus equivalencias en función de las horas de uso que le apliquemos. Así, 15.000 horas, el valor más normal, equivale a cinco años si pensamos en una bombilla para alumbrado nocturno de una determinada zona, pero su duración se estira a los diez a veinte años si pensamos en usarla de dos a cuatro horas al día.
· Rosca: veremos también un dibujo que nos indicará el tipo de rosca; si es ancha o estrecha, etc.
· Xº: finalmente veremos que se nos indica un valor en grados de inclinación, a veces con un dibujo del ángulo que describe dicha inclinación. Hacen referencia a la capacidad de focalización de la luz emitida por la bombilla, de modo que cuanto más cerrado sea el ángulo -menos grados- mayor será la focalización, y cuando mayor sea el valor, más amplitud tendrá la iluminación. El valor varía entre 0º y 360º; así, una bombilla con ángulo cerrado será idónea para lámparas de lectura o de techo pero que por su diseño limitan su iluminación a una sola zona. Por contra, una bombilla con mayor rango numérico corresponderá a una zona amplia y seguramente con techos altos.