Tomarte una buena caña bien fresquita con su tapita rica puede llegar a ser una gran tortura para el bolsillo, sobre todo si te sientas en sitios que no son demasiado recomendables. Tanto una cerveza, como un café o algo de comer pueden doler mucho en la cuenta final, pero sobre todo porque eran, básicamente, una porquería. En estos sitios no solamente te clavan casi por respirar y sentarte, es que encima no está ni medio rico.
Aeropuertos
Una mujer, llamada Azilef Speers, denunció en las redes sociales, muy indignada, lo que le había pasado al comprarse en el aeropuerto de Ibiza un sándwich 'premium' que, precisamente, de eso no tenía nada. Bueno sí, el precio, 6,05 euros. Dentro lo único que llevaba era una mísera loncha de chóped que ni si quiera ocupaba el pan entero y unas miguitas de lechuga.
¿Son comunes estos 'timos' en los aeropuertos españoles (y del mundo entero)? Pues, lamentablemente, suelen ocurrir. Ya no solo que lo que compras sea un poco basura, sino que a pesar de que esté exquisito el precio a pagar puede llegar a ser desorbitado para una persona normal.
Un consultorio para viajeros muy famoso en la red, 'Nadaltravel's, ¿dígame?', una persona le preguntó que por qué en los restaurantes de los aeropuertos todo es más caro y de peor calidad que en cualquier otro, a lo que contestaron que "es uno de los misterios de la humanidad. Puedo aceptar que sea más caro que un bar normal porque la autoridad portuaria le cobre un pastón a la franquicia por estar allí (...) encima el café con leche sepa a quemado, los bocatas de tortilla sean más rancios que la momia de Tutankamón y las ensaladas parezcan de plástico clama al cielo. No hay posibilidad de competencia, la inmensa mayoría de los clientes no van a volver jamás porque están en tránsito y encima el alquiler del local es carísimo porque la autoridad aeroportuaria de turno se lucra con ello. Todo sumado nos lleva a la tomadura de pelo que soportamos".
Estaciones
Algo parecido a lo de los aeropuertos pasa con algunas estaciones de trenes y autobuses. Decimos algunas porque no siempre todos los bares o cafeterías que hay en su interior son excesivamente caras, pero hay que mirar y no tener la mala suerte de consumir en uno de los que sí que te van a clavar.
Suele pasar en las estaciones de trenes más concurridas de la geografía española, como por ejemplo en la de Atocha, donde los precios de un desayuno o un bocadillo son bastante dispares según de qué bar hablemos, además de que la calidad de algunos deja bastante que desear. También en las de autobuses, como por ejemplo la de Santander, donde ciertos locales son muchísimo más caros que otros. Compara y no pagues más por menos
Parques de atracciones
El tema de los parques de atracciones y la comida es un quebradero de cabeza. ¡Cuántas veces nos habremos metido el bocadillo en la mochila bien escondido debajo de la gorra! Pues sí, es así de triste que no dejen en algunos parques temáticos llevarte tu comida de casa, pero a veces no les queda otra debido a la baja calidad que tienen los productos que venden en los locales de dentro. Básicamente, se quedarían sin clientela.
Sin embargo, hay algunos en los que sí está permitido, como por ejemplo el 'Parque de Atracciones de Madrid', donde explican claramente que hay una parte de merenderos habilitada para las personas que se llevan sus propios alimentos, a pesar de que hay varios restaurantes dentro.
Terrazas o chiringuitos de playa
Tomarse algo en una terraza es habitual en cualquier época del año, incluso si hace mucho frío. Es una de las mejores cosas que tenemos en España, pero hay que tener cuidado de qué sitio eliges para sentarte al sol con el refresco y la tapa.
En muchos bares incrementan los precios solo por el hecho de estar fuera, sobre todo porque el camarero tiene que estar entrando y saliendo del local. Pero en algunos es bastante considerable la diferencia en la cuenta. Sin embargo, hay otros sitios peores que buscan clavarte a base de exigir una consumición mínima o que te pidas comida. ¿Y si no tienes hambre? Pues te metes dentro.
Y ya ni hablamos de los chiringuitos de playa. Tomarse algo fresquito oliendo a mar y con unas vistas preciosas tiene su precio, aunque sean mesas de plástico. Lo mejor en estos casos es elegir el local que tenga los productos más bajos, aunque a veces sea complicado, e intentar evitar disgustos.
Aviones y trenes
Si nos quejamos de que en los aeropuertos los restaurantes son caros y la comida es bastante detestable, la que te dan a bordo de los vuelos es para echarla de comer a parte. Nunca mejor dicho.
Continuamente se ponen en tela de juicio los precios de las bebidas y comidas dentro de los aviones, indignan y para algunas personas son excesivamente abusivos. Además, a mucha altura, lo que ingerimos no sabe igual y pensamos que está malísima, pero lo cierto es que la calidad varía según la compañía con la que se viaje. Muchas son las personas que, en vuelos largos, se llevan sus tapers o sus bocatas.
Aunque la de los aviones sea cara y no esté demasiado buena, la de los trenes no se queda corta. Está un poco más rica, pero también te clavan bastante, aunque ofrecen menús que salen más o menos económicos.
Bares de pintxos en San Sebastián
Los pintxos del norte son famosos en el mundo entero. Los pagas, son caros, pero están buenísimos. Ahora bien, siempre están los bares que se aprovechan de su situación en el casco histórico de Donosti para clavártela con esa etiqueta. Te dejas más dinero que si comieses un menú del día y solamente te comes dos o tres pintxos, si hay suerte. En resumen, que te quedas con hambre.
Lo mejor es que si no eres de allí y vas de viaje te informes antes en las webs de Internet especializadas en viajes. Así 'no se la meterán doblada' a la cartera.
Recintos deportivos
Ir a ver el tenis, el fútbol, el baloncesto o cualquier otro deporte a sus campos o espacios habilitados significa que, o te dejan pasar comida y bebida de fuera, o te arruinas. Evidentemente, no hablamos de un equipo de un pueblo de 10.000 habitantes, sino de grandes eventos deportivos y con caché.
Una bolsa de patatas puede llegar a costar alrededor de tres euros, como una cerveza, unas palomitas cuatro y una botella de agua dos, o más. A rezar para que no te registren demasiado a la entrada y se pueda colar algo.
Discotecas
Cuando una botella de agua es casi más cara que una copa, es que algo falla. El botellón existe porque la economía de la juventud no está para permitirse el lujo de pagar una entrada y cada copa a ocho euros si salen por la capital de España o ciudades grandes. Los tercios suelen costar entre tres y cinco euros, así que si quieres beber unos cuantos, prepara la cartera. Es prácticamente imposible.
Aunque cada vez más hay discotecas que ofrecen copas a precios mínimos, ofertas y consumiciones con la entrada, lo cierto es que lo mejor va a seguir siendo tomarse algo antes de entrar a bailar.
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