España se clasifica para el Mundial de Catar tras ganar a Suecia con gol de Morata y mucho sufrimiento (1-0)
Los de Luis Enrique jugaron con fuego en varios tramos del partido, pero el delantero acabó con los sustos con un tanto en el minuto 86
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España no falla a su cita con el Mundial desde 1974 y tampoco va a estar ausente en 2022. Costó mucho, más de lo esperado, pero un gol de Morata en el minuto 86 acabó con la resistencia de Suecia, que tuvo varias ocasiones para adelantarse en el marcador y que se jugará su clasificación en una repesca envenenada. La celebración por todo lo alto del combinado español con el público de La Cartuja tras el pitido final es buen reflejo de lo que ha sufrido el equipo para poder acudir a Catar, con una fase de clasificación irregular cerrada con un partido gris y agónico.
Con seis cambios respecto al partido de Grecia, sin Koke ni Morata y con Raúl de Tomás repitiendo en el once, la selección española comenzó dominando el esférico ante el claro plan de los suecos: jugar replegados atrás e intentar recuperar el balón para montar la contra, conscientes de que no iban a tener la posesión.
Suecia, cómoda en su papel, dejó a España mover el balón con relativa facilidad y fruto de ello llegó la primera ocasión de Sarabia en el minuto 8, que se fue fuera por muy poco.
Sin embargo, sin apenas ruido, a punto estuvo de adelantarse el equipo visitante con una jugada rápida comandada y finalizada por Forsberg, que fue quitándose rivales de en medio para soltar un zapatazo que se fue muy cerca del palo izquierdo de Unai Simón. Susto de los gordos para un partido de alto riesgo. A España le valía el empate, pero el empate significa nerviosismo.
Desde ese momento, el equipo español perdió la iniciativa y comenzó a perder excesivos balones en el centro del campo, mientras buscaba una y otra vez sin éxito más profundidad por las bandas y dependía en exceso de la creatividad de Gavi, que parece que solo tiene los 17 años en el carné de identidad.
El combinado nacional sufría, con Busquets multiplicándose en tareas de contención y Suecia metía miedo cada vez que recuperaba un balón y salía en profundidad, especialmente por la banda de Jordi Alba. La cabeza decía que quizás había que ceder el balón a Suecia y recuperar el orden, pero España se negó a ir en contra de su ADN y eso le penalizó, con sufrimientos indeseados en defensa.
Los de Janne Andersson seguían a lo suyo, abusando de las debilidades de España, que jugaba con fuego, y Forsberg, una vez más, dejó al público de La Cartuja congelado con una volea que esta vez se fue fuera junto al palo derecho de Unai Simón. Más allá de la preocupación en defensa, la otra era que España no creaba peligro arriba, con un Raúl de Tomás solo contra el mundo a pesar de los intentos de Soler, Dani Olmo y Sarabia para surtirle de balones. El delantero del Espanyol se diluía y Forsberg, Isak, Kulusevski y Claesson intimidaban.
España tenía el balón, pero las ocasiones eran de Suecia y las sensaciones en general eran malas.
Así, sin nada cerrado y el billete a Catar pendiente de un hilo, se fue el partido al descanso, con sonido de viento desde las gradas de La Cartuja, a cuyo público no le convencía nada el partido.
La segunda parte arranca con otro susto
El paso por el vestuario no cambió nada. Si acaso acrecentó esa sensación de seguridad entre el equipo español, que era un flan atrás y más en concreto por los carriles, propiciado por la falta de control en la medular. Con esas, un mal pase de Azpilicueta lo interceptó Isak, que por suerte mandó el balón a las nubes en una muy clara oportunidad.
Cada acercamiento de Suecia era un dolor de muelas y la sensación era que el partido se rompía cada vez más, con momentos en los que el centro del campo directamente se desdibujaba.
A base de centros, uno de ellos rematado con cierto peligro por Raúl de Tomás, España lograba acercarse a las inmediaciones de una Suecia que seguía a lo suyo, intentando aprovechar las contras. Por enésima vez, Forsberg tuvo la oportunidad de adelantar a su selección, pero no acertó a rematar dentro del área.
Insistían los de Luis Enrique en jugar hacía las bandas por medio de Dani Olmo y Sarabia, pero todos sus centros se solían encontrar casi siempre con las piernas de la defensa sueca, con Lindelöf a la cabeza, que lo despejaba todo.
No lo veía claro el seleccionador asturiano, que antes del minuto 60 quitó a Sarabia y a Raúl de Tomás para meter a Morata y Rodrigo en busca de inspiración rematadora.
La entrada de los dos delanteros, sobre todo del de la Juventus, reactivó a un equipo con poco gol y necesitado de desmarques. España volvió a controlar el balón y recuperó la calma detrás, con un Busquets que junto a Gavi logró ordenar al equipo, pero no por mucho tiempo.
Ibrahimovic, la gran amenaza sueca, al menos psicológica, esperaba en el banquillo de un equipo que no modificaba su plan ni un ápice a pesar de tener el tiempo en contra. El delantero del Milan entró en el terreno de juego a 17 minutos del final por un Isak desacertado a la misma vez que Merino ocupaba el puesto de Soler por parte del conjunto español. Poco antes se había ido Forsberg, el que había sido el terror de España hasta entonces en una decisión cuanto menos curiosa del seleccionador sueco.
Los de Luis Enrique volvieron a perder la calma y el control que Suecia tampoco lograba encontrar y el partido se dirigió hacía la intranquilidad, mientras Olsen no sabía lo que era hacer una parada y Unai Simón vivía en permanente estado de alerta con Pau Torres y Laporte achicando balones en medio de rumores.
Más allá de alguna acción brillante de Gavi y alguna arrancada de Morata no había nada mucha razón para el optimismo. Precisamente fue el exmadridista el que dio algo de vidilla al público agarrando un balón con determinación en la zona de tres cuartos, en una jugada que acabó con un disparo duro pero centrado, fácil para Olsen.
El partido se abocaba al drama, porque quedaba poco y, ahora sí, Suecia se fue arriba, con Ibrahimovic revoloteando por el área local, pero el miedo acabó de un plumazo a cuatro minutos del final. Un zapatazo de Dani Olmo fue escupido por el larguero y el rechace lo cogió Morata, que con parsimonia, y no sabiendo si estaba en fuera de juego, mandó el balón al fondo de la red e hizo estallar la alegría. Sin duda, uno de los goles de su vida, de los que ya forman parte de la historia de la selección.
Suecia lo intentó hasta el final, encerrando a España atrás. Y así, con más sudor y más sufrimiento, terminó un partido que deja a España con el billete directo a Catar. Todo lo demás ya no importa, al menos hasta dentro de un año, el tiempo que Luis Enrique tiene para mejorar el plan.
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